Hoy vengo a hablaros del Close-up y los Smear Frames. Empecemos por los close-up. Pero antes… ¿qué es exactamente un close-up?
No sé si algunos recordáis la serie de TV Ren & Stimpy. Fue creada por John Kricfalusi, un animador canadiense que a principios de los 90 revolucionó la animación para televisión. Su idea era romper con la estética “limpia” y amable de la época y llevarla a un terreno más salvaje, más punk, más grotesco. La serie contaba las aventuras absurdas y a veces incómodas de Ren Höek (un chihuahua neurótico) y Stimpy (un gato bonachón y tontorrón). Fue un éxito instantáneo, pero también un caos: la producción tuvo broncas internas, episodios censurados y un estilo tan radical que Nickelodeon acabó echando al creador por su actitud problemática y su forma extrema de trabajar. Aun así, dejó una huella enorme en el mundo de la animación.
Yo la descubrí de pequeño y fue amor a primera vista. Me flipaba cómo se movían los personajes, el estilo caricaturesco y grotesco, los colores… pero había algo que de verdad me reventaba la cabeza: los planos estáticos hiperrealistas que aparecían en momentos muy concretos. Esos close-up que capturaban un gesto, una mueca o un detalle asqueroso de forma exagerada, con volumen, textura, sombras y un nivel de acabado brutal. Eran como golpes visuales que te obligaban a parar y mirar. Eso es un close-up: un frame que te agarra de la camiseta y te mete de lleno en un instante para que no se te escape ni un detalle. Un momento de énfasis, de presencia absoluta dentro de la escena.
Ahora vamos con los Smear Frames. ¿Y qué son exactamente y por qué se crearon?
Los smear frames son fotogramas deformados y estirados que se utilizan en animación para dar sensación de velocidad, impacto o un movimiento muy rápido. Se crearon como una solución técnica: cuando pasas de una pose a otra muy extrema, si animas frame a frame de forma “realista” queda rígido y lento. Así que los animadores empezaron a usar estos “smears”, que básicamente son caras estiradas, cuerpos multiplicados, trazos borrosos o distorsiones imposibles, para unir esos extremos y mantener la fluidez.
A ojos del espectador pasan totalmente desapercibidos. Son un suspiro dentro de una sinfonía de fotogramas. Se intercalan en escenas rápidas, de acción, de movimientos exagerados… te pasan por encima. Si parpadeas, te los pierdes. Pero si detienes la imagen se ven grotescos, absurdos, feos incluso. Un caos congelado que solo tiene sentido cuando vuelve a moverse.
Y aquí viene el porqué de todo este tinglao mental que me ha traído hoy hasta aquí. Creo que hay dos tipos de personas: las que viven la vida en modo close-up y las que la viven en un smear frame continuo. Las primeras se paran. Observan. Ven los matices, los detalles, lo que tienen delante sin prisa. Están presentes. Viven con atención. Las segundas van por la vida como un smear frame: sin enterarse de nada, en automático. Conducen kilómetros y de repente se preguntan: “¿Cómo cojones he llegado hasta aquí?”. Se distraen con el móvil, con cualquier estímulo que les permita no mirar hacia dentro. Evitan su propia esencia, su verdadera tarea: darse cuenta de lo que están ignorando.
Otra reflexión más, otro curioso paralelismo. Quizá te haga pensar. Quizá no. Quizá creas que estoy loco, que soy un flipao o un marciano (esto último no lo descarto) que más da al final…
Saludos